martes, 24 de enero de 2012

Hurt**PRÓLOGO**





       


         Menuda, pálida, flaca.
Recuerdo las veces en que mis muñecas sangraban y ardían por la fuerza en que las amarraba a la silla. Lloraba durante horas, pegando de patadas y gritos ahogados, sin voz.
A veces no comía durante semanas, tal vez más. Él llegaba la mayor parte del tiempo molesto, tirando cosas a su paso, gritando. Apestaba a alcohol y tabaco. Esa clase de días solo esperaba sus puños sobre mi cuerpo.
Tuve que aprender a identificar las cosas con los oídos, el tacto y el olfato, el quemo mis ojos cuando yo era aún más pequeña que ahora. No recuerdo los colores, tal vez porque en realidad nunca aprendí sus nombres.
No veo, no siento, no hablo.
Aprendí que las cosas que antes dolían dejan de doler en cuanto pasa el tiempo, te acostumbras al dolor y entonces comienzas a pensar que eso es lo único a lo que tienes derecho.
Él siempre me ataba a una silla, a las patas de una cama y cuando traía a sus amantes me encerraba en el baño de arriba, cubría mi boca para que no gritara. Me dejaba colgada de la regadera hasta el día siguiente.
Mis pies nunca tocaron otra cosa más que la losa de las habitaciones en las que me encerraba. A veces, cuando él no estaba, cerraba los ojos e intentaba imaginarme un mundo hermoso en el que yo era feliz…nunca pude imaginarlo. Cada día era igual al anterior, nunca podía ser mejor, solo peor.
La primera vez que abrió mis piernas, sentí aquel fuego en mi vientre, me sentía sucia, adolorida, comencé a odiar desde muy pequeña y aun sin saber el sentido de aquella palabra.
Desde entonces lo hizo todas las noches. Probando, experimentando con mi cuerpo. Aquel dolor infernal que me provocaba náuseas y me hacía sangrar, desapareció, porque una vez más…me había acostumbrado.
-Eres tan estúpida, nadie te va amar más de lo que yo lo hago-sacudía mi cuerpo con ambas manos y luego terminaba arrojándome de vuelta a la cama.
Me repugna.
Su tacto, su aroma, su aliento, su voz, todo odio de él.

Nos mudamos a chicago. Supongo que a unos departamentos porque había muchos murmullos, risas e incluso se podían escuchar los gemidos de la vecina atraves de las paredes de mi habitación.
Fue entonces que todo exploto en su cara. Llego empapado a alcohol, reía como un loco. Llego a la recamara, comenzó a insultarme, me tiro sobre el suelo y comenzó a hacer su trabajo.
Sin lágrimas, sin dolor.
Llegaron unos hombres y me lo sacaron de encima, decían que eran la policía y que estaba arrestado. La vecina les había llamado.  Por primera vez en una eternidad sentía que era libre.
Los oficiales me obligaron a salir del apartamento, recuerdo que los mordía y les pateaba con tal de que me soltasen, que me dejasen ahí, encerrada. Ya estaba acostumbrada, tenía miedo a salir ahí, afuera.
Lograron ingeniárselas para meterme dentro de un auto y trasportarme hasta un sitio en donde, según ellos, me encontrarían unos tutores. ¿Tutores?
Me dejaron encerrada en una recamara de gélidas paredes. Uno de los oficiales cuidaba de mí, se lo habían encargado. Me costó acostumbrarme a él. Le tenía miedo. Él era muy amable, su tacto no me molestaba en absoluto y yo juraba imaginarme su sonrisa como un hermoso rayo de luz acariciando por primera vez mi rostro.
Mi hermoso mundo lleno de felicidad, finalmente conseguía imaginármelo.

Nadie quería adoptarme porque era una niña que necesitaría de mucha atención. Tome terapias con una psicóloga durante un tiempo, ella no me agradaba del todo. Lo único que deseaba era permanecer en la recamara con Alex, ese era mi maravilloso mundo.

Fue un día caluroso en el que me dieron la noticia. Alex y su familia me habían adoptado. Yo estaba feliz y tenía miedo al mismo tiempo, ¿Qué pensaría su familia de mi?
-Este será tu hogar-¿Hogar? Me agradaba su nombre, realmente me agradaba. Revolvió mis cabellos y sentí su sonrisa dedicada especialmente para mí.
¿Qué es eso?
¿Qué se siente ser feliz?



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lunes, 23 de enero de 2012

HURT**La niña que lloraba en silencio**





"Bad Girl"








Sinopsis

La niña que lloraba en silencio.
Con una infancia llena de dolor, la niña que lloraba en silencio está decidida a acostumbrarse a cada herida que le haga la vida.
Cuando es recibida por una nueva familia, ¿será capaz de conocer el verdadero sabor de la vida o se enfrentara a la agonía de la soledad?
Un nuevo hogar.
Un hermano pervertido.
Y cada experiencia amorosa a la que se ve enfrentada.